Ignacio Santillán Luna
9 Septiembre 2025
El ser humano, a lo largo de la historia, ha enfrentado una pregunta recurrente: ¿cuál es el sentido de la vida? Esta cuestión, abordada desde la filosofía, la religión, la psicología y el arte, ha cobrado nuevas formas en las sociedades contemporáneas, donde las crisis personales y colectivas intensifican la búsqueda de significado. El conferencista, psicólogo y filósofo aficionado Farid Dieck, en su charla La búsqueda del sentido de la vida, propone una reflexión en torno al absurdo, la muerte, el duelo y la esperanza, como experiencias inevitables que nos obligan a construir —y no simplemente descubrir— un propósito vital.
El contexto de la conferencia se sitúa en un espacio académico y de divulgación impulsado por BBVA, en el que Dieck comparte su testimonio personal de pérdida, sus reflexiones filosóficas y su visión sobre la importancia del lenguaje, la comunidad y la responsabilidad personal en la creación de sentido. Esta charla resulta especialmente relevante en el ámbito académico, por la forma en que enlaza conceptos filosóficos con vivencias concretas; en el ámbito profesional, porque ayuda a repensar la motivación y resiliencia frente a la adversidad; y en el ámbito social, al subrayar la necesidad de vínculos comunitarios y empatía en sociedades fragmentadas.
Así, este ensayo tiene como propósito analizar las ideas principales expuestas por Dieck, resaltar sus enseñanzas y compararlas con el pensamiento de otros autores, con el fin de comprender mejor cómo el ser humano puede enfrentar el absurdo y resignificar su existencia.
1. El absurdo como punto de partida existencial
Farid Dieck abre su conferencia con una afirmación provocadora: “la vida es absurda”. Para él, el absurdo surge cuando existe una discrepancia entre lo que esperamos y lo que la vida nos entrega: cuando buscamos certezas, pero recibimos incertidumbre; cuando deseamos un “sí” y recibimos un “no”. Ejemplos como la pérdida de un ser querido o la traición de una persona en la que confiábamos, ilustran este choque entre expectativas y realidad.
Este planteamiento se vincula con Albert Camus (1942), quien en El mito de Sísifo señala que el absurdo es el enfrentamiento entre la aspiración humana de comprenderlo todo y la imposibilidad de encontrar un sentido último en la existencia. Camus propone rebelarse al absurdo viviendo plenamente, sin recurrir a consuelos metafísicos. Dieck, aunque cercano a esta visión, difiere al considerar que el sentido no se descubre, sino que se construye, lo cual aporta una perspectiva más activa y creativa.
La enseñanza fundamental aquí es reconocer que el absurdo no es un obstáculo insuperable, sino un detonante que nos impulsa a replantear la vida. En el ámbito cotidiano, esto se refleja en la capacidad de aceptar frustraciones, pérdidas o fracasos, y transformar esas experiencias en oportunidades de crecimiento personal y profesional.
2. La muerte como posibilitadora de sentido
Uno de los momentos más intensos de la conferencia es cuando Dieck relata la muerte de su hermano mayor, experiencia que lo llevó a cuestionarse sobre el valor de la vida. Desde entonces, reflexiona sobre la paradoja de la muerte: deseamos eternidad, pero precisamente la finitud es la que otorga valor a cada instante.
Esta visión conecta con Martin Heidegger (1927), quien en Ser y tiempo plantea que la conciencia de la muerte nos revela nuestra condición de ser-para-la-muerte, y que esta lucidez nos impulsa a vivir con autenticidad. Asimismo, Viktor Frankl (1946) en El hombre en busca de sentido argumenta que incluso frente al sufrimiento más extremo, el ser humano puede encontrar propósito, pues el sentido no depende de eliminar el dolor, sino de la actitud con que se enfrenta.
Aplicado a la vida actual, Dieck invita a valorar los momentos ordinarios —una conversación, un abrazo, una amistad— como tesoros que solo adquieren significado porque son efímeros. En un mundo dominado por la productividad y la prisa, recordar la inevitabilidad de la muerte nos ayuda a priorizar lo esencial y reordenar nuestras decisiones.
3. El duelo y la aceptación de lo inaceptable
Dieck subraya que el duelo es un proceso inevitable, íntimamente ligado al amor: “no puedes tener uno sin el otro”.
Al perder un ser querido, enfrentamos lo que él llama “la aceptación de lo inaceptable”, un acto radical que no implica resignación pasiva, sino la disposición a seguir adelante, reconstruyendo sentido.
Esta reflexión dialoga con la teoría del crecimiento postraumático desarrollada por Tedeschi y Calhoun (1996), quienes demostraron que las experiencias dolorosas pueden abrir caminos hacia una vida más plena y consciente. Igualmente, coincide con la visión de Elizabeth Kübler-Ross (1969) sobre las etapas del duelo, aunque Dieck propone ir más allá: integrar la pérdida no solo implica aceptar la ausencia, sino también cargar simbólicamente al ser amado dentro de nosotros, dándole continuidad en nuestra vida diaria.
En la práctica, esta perspectiva es aplicable tanto en la vida personal como en el ámbito profesional, donde las pérdidas (empleos, proyectos, relaciones) pueden resignificarse como oportunidades para reinventarse, siempre que exista apertura al cambio y disposición para aprender del dolor.
4. Lenguaje, construcción de sentido y resignificación
Uno de los aportes más originales de Dieck es su uso del lenguaje como metáfora de la vida. Así como una oración cambia de sentido al añadir nuevas palabras, nuestra existencia se resignifica con cada nueva experiencia. El sentido, entonces, no es fijo ni definitivo, sino dinámico y en constante transformación.
Este enfoque recuerda a Ludwig Wittgenstein (1953) y su teoría de los “juegos de lenguaje”, donde el significado no es estático, sino que depende del uso y el contexto. Del mismo modo, en la vida, cada experiencia añade un matiz que cambia el significado del conjunto.
En la cotidianidad, esta idea invita a no desesperar ante el sinsentido inmediato de una pérdida o fracaso. El sentido puede no ser evidente en el presente, pero puede revelarse con el tiempo, cuando nuevas experiencias resignifican las anteriores. Esta visión es especialmente útil en la psicoterapia y en el ámbito educativo, pues promueve la resiliencia y la paciencia frente a los procesos vitales.
5. Comunidad, responsabilidad y empatía
Dieck insiste en que el sentido de la vida está profundamente ligado a los otros. Las relaciones significativas —familia, amistades, comunidad— son fuentes de propósito más poderosas que cualquier logro material.
Esta postura converge con el estudio longitudinal de Harvard sobre el desarrollo adulto (Vaillant, 2012), que concluyó que la calidad de las relaciones es el factor más importante para la salud y la felicidad a lo largo de la vida. Asimismo, se relaciona con la ética del cuidado propuesta por Carol Gilligan (1982), quien subraya que la interdependencia y la empatía son pilares para la construcción de una vida plena.
En un contexto social marcado por el individualismo y la fragmentación, Dieck llama a reconstruir lazos comunitarios y a reconocer nuestra responsabilidad colectiva. En el ámbito profesional, esto implica fomentar culturas organizacionales más humanas y colaborativas; en el plano social, promover la empatía y la solidaridad como antídotos frente a la soledad y la exclusión.
6. Esperanza y futuralgia: la vida como posibilidad
Finalmente, Dieck introduce el concepto de “futuralgia”, el dolor por la pérdida de un futuro que ya no será.
. Frente a este vacío, plantea que la esperanza se convierte en el antídoto, pues nos recuerda que, aunque un camino se haya cerrado, siempre existen otros futuros posibles.
Esta reflexión se enlaza con la noción de esperanza activa de Ernst Bloch (1954), quien la define como una fuerza movilizadora hacia un futuro mejor. Igualmente, conecta con el existencialismo de Sartre, para quien el ser humano es “posibilidad” y nunca está completamente determinado por su pasado.
En la vida práctica, la esperanza es un motor fundamental para sobreponerse a la adversidad, reinventar proyectos y mantener la motivación en entornos inciertos. En lo académico y profesional, significa no quedarse atrapado en las pérdidas, sino crear nuevos horizontes a partir de la resiliencia y la creatividad.
Conclusión
La conferencia de Farid Dieck ofrece una propuesta existencial profunda y a la vez accesible: la vida carece de un sentido inherente, pero somos nosotros quienes lo construimos activamente a través del lenguaje, la comunidad, la aceptación del duelo y la esperanza. Su testimonio personal y sus reflexiones filosóficas enriquecen el debate contemporáneo sobre el sentido de la vida, en un mundo que oscila entre el materialismo y la búsqueda de trascendencia.
Comparado con autores como Camus, Heidegger, Frankl y Wittgenstein, Dieck aporta una síntesis innovadora: en lugar de resignarse al absurdo, propone resignificarlo; en lugar de buscar un sentido fijo, invita a convertirse en sentido a través de los actos cotidianos y la relación con los demás.
En lo personal, considero que la fuerza de su mensaje radica en que no se limita a teorizar, sino que surge de una experiencia de pérdida que lo confrontó con la muerte y lo obligó a reconstruir su vida. Su enfoque nos recuerda que la fragilidad humana no es un defecto, sino la condición que nos impulsa a valorar, amar, crear y contribuir al bien común.
En definitiva, la propuesta de Farid Dieck es un llamado a vivir con autenticidad, aceptar lo inevitable y apostar por la esperanza, reconociendo que cada acto, por más pequeño que parezca, contribuye a la gran fotografía del mundo.
Referencias
Bloch, E. (1954). El principio esperanza. Trotta.
Camus, A. (1942). El mito de Sísifo. Alianza Editorial.
Dieck, F. (2023). La búsqueda del sentido de la vida [Conferencia BBVA].
Frankl, V. (1946). El hombre en busca de sentido. Herder.
Gilligan, C. (1982). In a different voice: Psychological theory and women’s development. Harvard University Press.
Heidegger, M. (1927). Ser y tiempo. Trotta.
Kübler-Ross, E. (1969). On Death and Dying. Macmillan.
Sartre, J. P. (1943). El ser y la nada. Losada.
Tedeschi, R. G., & Calhoun, L. G. (1996). The Posttraumatic Growth Inventory: Measuring the positive legacy of trauma. Journal of Traumatic Stress, 9(3), 455–471.
Vaillant, G. E. (2012). Triumphs of Experience: The Men of the Harvard Grant Study. Harvard University Press.
Wittgenstein, L. (1953). Investigaciones filosóficas. Blackwell.